Tumbada sobre la arena, cerró los ojos.
Liberó su mente, dejando que el recuerdo de sus problemas y
preocupaciones se borre.
Sin darse cuenta, su ceño se desfrunció por sí solo.
Se concentró en el ritmo de su respiración. El movimiento de las ramas
agitadas por el viento que le ofrecían sombra casualmente y parecía estuvieran
acariciando su cara.
Se concentró en la sensación que le procuraban los granos de arena
caliente sobre su piel. El ruido de las olas que iban y venían, como si no se
atrevieran a descansar sobre la arena.
Se concentró en el ruido que provocaban sus latidos.
Regular. Lento. Sereno. Reconfortante.
Abrió los ojos y lentamente se incorporó.
Se levantó con una sonrisa determinada.
Estaba lista para empezar su vida.
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