No podía reconocer eso.
Simplemente porque era mentira.
El no se había equivocaba. No era su culpa. Siempre lo hacía todo bien.
Toda su vida sus padres le habían elogiado, sus hermanos y amigos le habían admirado. Todos le respetaban y envidiaban sus capacidades extraordinarias.
Jamás se equivocaba. Los demás eran quienes hacían las cosas mal.
No era su culpa.
Todo aquel que pretenda convencerme que estoy equivocado
miente. Me envidian. No me entienden. No entienden que yo
no cometo errores.¿Por qué los demás no lo admiten? Es tan evidente.
Esas acusaciones son un ataque. Me están asaltando.
Porque sé que tengo razón.
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