Se pasaba horas fantaseando, imaginando como podría haber sido su
vida si hubiese nacido en tal otro sitio, en tal otro momento, si hubiera
conocido a tal persona, si hubiese tomado tal decisión en tal momento.
Era un sinfín de pensamientos e interrogaciones. Quizás también algo
de pena y arrepentimiento.
A veces le costaba parar el flujo de su imaginación, poner fin a su
mundo ideal, tan falso y frágil.
Cada vez le costaba mas volver a la realidad, el esfuerzo era
demasiado grande y a realidad no era tan agradable y placentera como su
fantasía.
Se había aislado para disponer de mas tiempo y así poder disfrutar de
su vida soñada.
Hacia mucho tiempo ya que no pronunciaba palabra. Que no salía de
casa. Que no veía la televisión. Que no comía.
Porque su imaginación le bastaba. Y le sobraba.
Ya no quería ni dormir porque la mayoría de las veces no lograba
acordarse de sus sueños y sentía que perdía un tiempo precioso que podía
dedicar a ser feliz en su imaginación.
Al principio le costaba estar mucho en ese otro mundo, tenia que
concentrarse y a veces lo que imaginaba no era coherente, o no la agradaba a
final de cuentas.
En cambio ahora lo que le resultaba mas difícil era tener que pausar
su vida paralela inventada para enfrentarse a la realidad.
Ya no tenia apetito ni sueño y no sentía necesidad alguna.
Le pasó algo raro esa vez.
Cuando fue consciente de haber vuelto a la realidad después de lo que
parecían haber sido unas horas, sentía escalofríos por todo su cuerpo.
Extraño. Era verano y elle solo temblaba en invierno.
A duras penas se levantó de su cama, entorpecida por el frio que
sentía y porque sus músculos parecían algo rígidos. Como cuando llevas mucho
tiempo sin moverte.
Abrió las cortinas y se quedó petrificada. Su corazón reboto
débilmente sobre su pecho; pero nunca le había dolido tanto el latido de su
corazón.
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