Se cogieron de la mano, y se miraron.
Estuvieron un largo rato sin moverse, solamente
mirándose, hablando a través de sus ojos, intentando entender el mundo que se
les presentaba a través de esa mirada, y abrazarlo.
Antes de conocerse, eran desgraciados cada uno por
su lado. Incomprendidos, abandonados, maltratados, tristes y resignados, su
mundo se aparentaba a una pequeña habitación cerrada sin ninguna ventilación.
Sintiendo que día a día, el aire se iba enrareciendo, les costaba cada vez mas
llenarse los pulmones de aire.
Convencidos que no tardaría en llegar el momento en
que, en esa habitación sin oxigeno se les pararía el corazón para siempre.
Hasta que se vieron, y sintieron que una rendija
había aparecido en la pared de la habitación, dejando entrar el aire que tanto
necesitaban para vivir.
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