Que sitio tan curioso. 
Era un camaleón. Podía adquirir la apariencia que
deseaba cuando lo deseaba y cambiarla tantas veces le entraba en gana. 
Podía viajar a cualquier país, a cualquier ciudad,
podía ir al pasado, a su pasado. 
Era como estar en un sueño, con la clara sensación
de estar despierto. Poder manejar el mundo que te rodea a tu antojo. 
Entonces lo entendió.
Se encontraba en un sitio que conocía perfectamente,
a la vez que lo desconocía profundamente. 
Ese sitio tan familiar y tan curioso, doblegado a su
voluntad, se hallaba cerca, cercano y lejano. Sencillo y complejo. Infinito y
restringido. Oscuro y benévolo. Cálido y congelado.
Atrapado en su propia mente. 
 
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