Sentada sobre el columpio, esperaba.
Esperaba que la lluvia llegara.
Ese era su momento favorito, cuando el cielo se cubría poco a poco,
cuando se iban acumulando los nubarrones hasta que todo estallaba y las gotas caían
sobre su rostro, y se deslizaban hasta el suelo.
Sentir el suave cosquilleo que provocaban al entrar en contacto con su piel siempre le provocaba una sonrisa.
Poco a poco la luz del sol se fue apagando, y el cielo se cubrió. Supo
que el momento que esperaba había llegado.
Cerró los ojos a la espera de la primera gota.
Y como supo que pasaría, sonrió cuando la lluvia empezó a pasearse por
su cara.
Se quedó inmóvil un largo rato, simplemente disfrutando de ese momento
que tanto le gustaba.
Porque en ese instante, se sentía viva. Se sentía feliz.
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